jueves, 18 de febrero de 2010

SOBRE LA ACTUAL TENSIÓN CON GRAN BRETAÑA POR EL PETRÓLEO EN MALVINAS

Por Jorge H. Sarmiento García





1) La noticia:



Malvinas: el Gobierno lleva el conflicto con Gran Bretaña a la ONU



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Diario Los Andes On Line del 17 de Febrero



2) El comentario:



Las últimas noticias sobre nuestras islas Malvinas, nos llevan escribir con total objetividad las líneas que siguen, sin ningún tipo de preocupación política interna circunstancial.



Ha escrito Enrique Díaz Araujo que, al margen de que cualquier despojo –por pequeño que sea– afecta a la soberanía nacional de manera insufrible, sin el pie malvinero no es posible transitar erguidos por el Mar Argentino, por los pasos interoceánicos y por la Antártida.



De todos modos cabe afirmar, ante el hedonismo, ciertos factores económicos que vuelven muy valiosa la posesión de esos “desiertos que nos quedan lejos”, como dijera Borges: 12.000 kms. cuadrados (superficie mayor que la de Chipre, Creta, Jamaica y Puerto Rico), con un clima y una vegetación más bonancibles que los de la Patagonia oriental; 650.000 cabezas de ganado ovino; una estimación de la reserva de hidrocarburos superior en diez veces a la del Mar del Norte (en declinación); una fabulosa zona pesquera; etc. A lo que antecede cabe agregar que las islas son la llave histórica de los estrechos de Magallanes, Beagle y Hoces y un lugar ideal para estaciones discretas de submarinos atómicos estratégicos.... Se explica, entonces, que Gran Bretaña haya llegado a gastar una quinta parte de su presupuesto de defensa en la “Fortres Falkland”.



Y con particular referencia al petróleo, el mismo es uno de los factores que pone en evidencia que en Londres no están dispuestos al menor avance en torno a la cuestión de la soberanía sobre las islas, siguiendo la política previa a la guerra de 1982. ¿Por qué? La respuesta la ha dado Pablo Camogli en estos términos:



En 1973, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en respuesta a la creciente crisis económica mundial (se llegaba al fin del ciclo de crecimiento sostenido inaugurado al finalizar la Segunda Guerra), decidió elevar el precio del crudo y reducir cinco por ciento la producción, agudizando la crisis energética de las grandes potencias. Mientras que Estados Unidos redirigió sus compras de combustible, Europa apuntó a la exploración de la rica cuenca del Mar del Norte. Inglaterra, por su parte, revaluó su posición colonial en el Atlántico sur, con vistas a establecer el potencial petrolero y económico de la cuenca subterránea. Por esos años los ingleses enviaron dos expediciones hacia el Atlántico sur, para estudiar ese potencial, la segunda en 1976, a gran escala, que concluyó con una seria disputa diplomática. Y si bien para mediados de los años setenta no había certeza sobre el potencial real de la cuenca petrolera malvinense, su existencia era innegable. Además del resultado arrojado por las dos investigaciones de los británicos, el reconocido experto en temas vinculados al archipiélago austral Adolfo Silenzi de Stagni recogió por lo menos cinco estudios en los que se asegura la presencia de crudo en el Atlántico sur.



Lo que antecede nos lleva a preguntarnos: ¿era ineludible el “ocupar para negociar", planteado en un primer momento cuando la invasión a las islas en 1982, previéndose una ocupación incruenta, y que luego de llevarse a cabo las fuerzas se replegarían al continente, permaneciendo en las islas una pequeña guarnición?



Por cierto que la respuesta a tal interrogante no es sencilla, mas hay que recordar que para la gran mayoría de los argentinos, en una primera instancia la invasión –que produjo un solo muerto, argentino y mendocino, el capitán Giachino–, si bien no era un hecho venturoso, era una coyuntura favorable, que podía y debía aprovecharse para cortar los nudos que los procedimientos normales diplomáticos no habían logrado desatar y para resolver radicalmente una cuestión que el Reino Unido lograba dejar siempre en suspenso.



Y a los escépticos se les recordará simplemente el entusiasmo de los primeros días, con una gran disponibilidad al sacrificio.



Mas luego, los errores cometidos han producido un sentimiento general de culpabilidad, que explica al mismo tiempo el rápido encaminamiento hacia el triunfo de la transición a la democracia, la que aún no logramos construir en su verdadera autenticidad.



Ahora bien, sobre la base que lo cierto es que hemos perdido una guerra, sus consecuencias los vencedores (es decir, el Reino Unido y sus aliados) nos las han hecho sentir (sin perjuicio del –ya hace mucho– nada brillante manejo de nuestras relaciones exteriores), y creemos lo seguirán haciendo, de una forma u otra...

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